Siempre,
desde pequeña, me apasionaron los juegos de palabras. Se pueden
practicar mientras caminamos por la calle, esperamos un autobús,
aguardamos un turno o mientras ponemos cara de “te estoy
escuchando” y emitimos un “claro” o “por supuesto” de vez
en cuando.
Hace
pocos días fui a la playa con mi hija menor, estaba fresco y nublado
y la playa estaba a nuestra disposición, nos sentamos frente al mar
y me propuso jugar a “palabras encadenadas”. Luego la invité a
buscar una palabra que reuniera condiciones de sonoridad, significado
y belleza. Y me preguntó “cuándo una palabra es linda?”.
Intenté desarrollar argumentos, es una niña muy ágil y cuestiona
todo, pero caí en la cuenta de que lo lindo es
subjetivo y que las palabras tienen una carga emocional por lo cual
algo “lindo” para mí, puede no serlo para otro. Le comenté que
a mí me gusta la palabra “entrañable”, la encuentro musical,
hace referencia a las entrañas, lo más íntimo o esencial, lo más
oculto y escondido, los
sentimientos y está asociado a lo emocional, por
supuesto. Pero no convencí a Bárbara.
Me gusta este poema de Mario Benedetti, “Las palabras”, reclamando el uso correcto de las mismas (http://www.poemas-del-alma.com/mario-benedetti-las-palabras.htm
)
“No
me gaste las palabras
no
cambie el significado
mire
que lo que yo quiero
lo
tengo bastante claro
si
usted habla de progreso
nada
más que por hablar
mire
que todos sabemos
que
adelante no es atrás...”
Hace
unos días estaba hablando con un amigo argentino, instalado en España
desde hace mucho tiempo, y comentábamos la dificultad que tienen los
hispanoparlantes no argentinos para comprender el uso que se le da
cotidianamente a las malas palabras en nuestro país, ya que según
el contexto, el tono de voz y los gestos, en definitiva la comunicación no verbal, se pueden usar para un saludo afectuoso
entre amigos o para un soberano insulto. Por ejemplo, la expresión
llena de significado que es “hijo de puta”: entre amigotes, a veces, se saludan “cariñosamente” con un “¿qué hacés hijo de puta?”,
con los brazos abiertos, una enorme sonrisa, invitando al abrazo.
Pero si la misma expresión la usa un automovilista en medio del
frenético tráfico porteño, con un grito lleno de agresión, con el
ceño fruncido y agitando el brazo fuera de la ventanilla del coche,
cambia totalmente el significado.
Volviendo
al juego de palabras, Bárbara me preguntó qué significa
“entrañable”. Felizmente, tiene mucha curiosidad y no se cansa
de averiguar sobre todo lo que le resulta novedoso, es inquieta
intelectualmente, algo no muy común en los adolescentes. Dice la
psicóloga Gloria Gitaroff que “las palabras enriquecen el
pensamiento”
(http://www.clarin.com/sociedad/idioma-enriquece-pensamiento_0_617938334.html
), e hizo esta afirmación en relación al estudio de la Real
Academia Española según el cual los jóvenes utilizan el 25 % de la
cantidad de palabras que usa habitualmente un ciudadano medio - entre
500 y 1000 palabras del español- para comunicarse a diario. Debemos
considerar que nuestro idioma cuenta con casi 100.000 vocablos, luego
esas 240 palabras son aproximadamente el 0,03 % del total de que
disponemos para expresarnos..
(http://www.fundeu.es/noticias-articulos-para-hablar-los-jovenes-utilizan-solo-240-palabras-6835.html
)
Asimismo,
Gitaroff afirma que “ La
riqueza del idioma que se maneja hace también a la riqueza del
pensamiento. Tengamos en cuenta que los sinónimos no existen, en el
sentido de que una palabra quiera significar exactamente lo mismo que
otra, será aproximadamente igual. Las formas de empobrecimiento del
lenguaje pueden estar en la jerga de los jóvenes, que utilizan
palabras-valija, esto es que sirven para expresar, por cierto sin
precisión, un gran número de cosas.
“
Javier
Marías sostiene que esa tacañería en el uso del idioma que hace
unos años caracterizaba a la adolescencia, hoy se ha extendido a
toda la sociedad
(http://elpais.com/diario/2011/07/24/eps/1311488820_850215.html
).
Tenemos
que hacer un esfuerzo consciente en el uso de las palabras, en
enriquecer nuestro vocabulario, en hojear el diccionario más a
menudo y memorizar palabras nuevas porque, como dicen los expertos
mencionados, la variedad y extensión de nuestro vocabulario
contribuye a la riqueza del pensamiento.
Y
es oportuno recordar el comienzo del poema “El Golem” del gran
escritor Jorge Luis Borges:
(http://www.poemas-del-alma.com/jorge-luis-borges-el-golem.htm
)
“Si
(como afirma el griego en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de 'rosa' está la rosa
y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'.”
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de 'rosa' está la rosa
y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'.”
Para
finalizar con una nota de humor, podemos ver este divertido video
donde se parodia la forma de comunicarse de los jóvenes de hoy.